miércoles, diciembre 13, 2006

 

Todo por nueve euros

Los españoles tenemos un cuajo especial a la hora de presentar una reclamación: si el hecho que provoca esta reclamación no es lo suficientemente grave bajo nuestro punto de vista, ¿pa' qué molestarse? Si total, no vas a lograr nada.
Si a esto le sumamos el hecho de vivir en la patria de la picaresca, obtenemos que las empresas abusen de sus usuarios para enriquecerse. Total, nadie va a reclamar.

Pues bien, aquí un servidor, se cansó el otro día de que en una determinada empresa se rían de mí casi cada vez que uso sus servicion y me planteé presentar una reclamación con el siguiente resultado:

- Visita a una oficina.
- Me dan la razón y me quieren devolver el 100% del importe que aboquiné por un servicio lamentable pero, casualmente, el jefe de la oficina no está y el currito de turno me manda al Centro de Atención al Cliente.
- Visita al Centro de (Des)Atención al Cliente. Un rato de cola, y me atiende una señorita con cara de No molestar.
- Tras varias llamadas, entre ellas, una a la oficina anteriormente visitada, me dan la razón de mala gana, pero no me corresponde el total, si no, el 50%. Ah, y además, no lo puedo cobrar allí, si no, que tengo que ir a cualquier oficina, pero sólo tengo 15 días para ir.
- Justo al lado, hay una oficina, me acerco.
- Cola kilométrica. Mejor lo dejo para otro día.

Y, de momento, aquí me he quedao. Eso sí, por mis cojones que acabo cobrando la miserable indemnización que me corresponde... a ver si no se me pasa el plazo, tú.

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